LA LETRA PEQUEÑA DEL DESEO. Eduardo Gambetty
A todos nos hace falta en medio
de esta ajetreada vida de incertidumbre, estrés y problemas de todos los
colores, sentarnos a coger aire, poner la mente a descansar y si de paso
conseguimos sentir, con una sonrisa en la cara, que nuestros problemas vitales
son comunes al del resto de los mortales, mejor. Os aseguro que esto es lo que
se siente con La letra pequeña del deseo entre las manos. Eduardo Gambetty nos trae una novela de
superación del drama cotidiano cargada de humor sarcástico. Ironía bien
empleada a merced de sentimientos y emociones encontradas que aparecen cuando
nuestro mundo, confortablemente construido a base de esfuerzo y creencias, en
un instante se derrumba. Es entonces cuando sólo cabe una salida: la temida
“Empezar de nuevo”.
Con la historia que el autor nos
presenta, se recorre el principio del camino de una nueva vida. Donde las
expectativas de que el suelo de este camino esté moquetado con brasas
enrojecidas, como si de una bajada al infierno se tratase, hace que poco a
poco, esa andadura no sea tal. Y se vaya construyendo con experiencias,
personas y emociones nuevas, hasta ahora nunca vividas. La inseguridad
transformada en acción, valentía y autoconocimiento.
Susana es una mujer de treinta y
ocho años profesional, inteligente y atractiva. Casada con Edward. Ambos tienen
una hija, Paula y viven en Londres. Su vida es de lo más estable y
satisfactoria hasta que descubre que su marido tiene una relación con una joven
modelo y éste decide comenzar una nueva vida con ella. Susana tiene por delante
la gran aventura de empezar de nuevo. Volviendo a su ciudad natal, Madrid, y
reencontrándose con personas y también fantasmas del pasado a los que hacer
frente para ir superando la dura prueba vital del abandono.
Tengo que hacer especial mención
a la relación destacada con su madre. Defensora a ultranza de la moral católica
a la par que señora frustrada y sufridora por convicción. Puede sonar a todo
menos gracioso. Pues no es posible explicar cuánto me he divertido con ella
hasta que no leáis la novela. (Creo que releeré el capítulo III cada vez que
tenga un mal día).
Susana descubrirá nuevos
horizontes en su vida. Tanto en el plano emocional como en el sexual y como
pretendo que leáis La letra pequeña del deseo, sólo haré hincapié en dos aspectos
que de ninguna manera voy a dejar pasar:
El primero es la gran
sensibilidad con la que el autor se mete en la piel de una mujer. En sus
sentimientos, pensamientos y hasta autoestima. Yo que lo soy (mujer) me he
sentido muy identificada y esto sólo puede significar que está bien escrita.
El segundo aspecto que quiero que
conozcáis es el detalle de que cada capítulo esté encabezado por una canción
protagonista de la historia narrada. Y como lo bueno se hace esperar, me quedo
con la del último: How I wish you were
here de Pink Floid (Cómo me gustaría
que estuvieses aquí). Deléitense…
Si tengo que ponerle un “pero” a
la novela, será en que algunas escenas sexuales (las hay y muy explícitas) no
he acabado de ver que fuese una mujer la que las describía. Pero el sexo es
algo muy personal y subjetivo. Incluso no hay por qué identificarse según el
género. Hay tantas sensibilidades sexuales como personas.
La letra pequeña del deseo
es una historia común, donde cualquiera podemos ser el protagonista. Con una
narrativa ágil, fácil de leer, como si de una conversación con una amiga se
tratase. Donde además de comprobar cuánto se repiten las emociones y
sentimientos, también podemos echar unas cuantas risas con el humor tan
característico de Eduardo Gambetty.
Sólo me queda agradecer a Eduardo
el que haya compartido conmigo este “mar de sensaciones”.
Os recomiendo esta mirada al
futuro, al optimismo y a la libertad: La letra pequeña del deseo.
Mercedes, quiero felicitarte por tu enorme trabajo. Como autor de la novela a la que haces esta referencia me gustaría destacar lo acertado de tus palabras. Antes de sentarme a escribir una novela pienso en conceptos, horizontes y lugares lejanos a los que me gustaría acercarme durante este viaje. Una vez que comienzo a teclear cambio los grandes temas por los detalles, las comas, los gestos o las palabras. Una vez que estás enfrascado en los pequeños detalles, sueles perder las referencias que fueron el origen de tu iniciativa, aunque sabes que están ahí flotando, nunca tienes la seguridad si vas por el buen camino. Una vez que terminas la novela solo te queda a apartarte y dejar que los lectores decidan si tu propósito inicial se ha visto reflejado. Leer tu reseña me ha constatado que incluso he superado mis ambiciones iniciales y esto me lleva a un gratificante debate, si te debo felicitar a ti por haber leído más allá de las líneas y llegar a lo más recóndito o felicitarme a mí mismo por haber conseguido el objetivo. Creo que no pondrás objeción a que compartamos esta alegría... Leer la reseña que le has dedicado a "La letra pequeña del deseo" es el sueño de cualquier escritor. Muchas gracias Mercedes.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Eduardo. Para mí es un placer leer novelas como la tuya tan llenas de sensibilidad. Y no sólo no pongo objeción a compartir la alegría, sino que te invito a que así sea porque lo mereces, por valiente. No sé si yo algún día seré capaz traspasar mi zona de confort que es este blog y ampliar las reseñas a una novela propia. Ojalá si llega el día, sea tan generosa como tú. Un abrazo.
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