AMISTAD DE JUVENTUD. Alice
Munro
En alguna ocasión he comentado
que la publicidad de los diferentes premios que se otorgan en literatura,
conmigo funciona. Siempre me apetece leer a los ganadores y finalistas del
Premio Planeta, o al ganador/a del Nadal y como no podría ser de otra manera,
cualquier Premio Nobel de literatura que caiga en mis manos es bien recibido.
Si además no lo conozco previamente, mejor. Más inquietud por conocer sus
letras y el porqué de ese galardón (con el que podré o no estar de acuerdo
después de su lectura). Pero el efecto publicitario cumple con su función. Es
el caso de la reseña que aquí os traigo. Alice Munro es la flamante última
Premio Nobel de Literatura y os confieso que, hasta que se falló el
premio, jamás había oído hablar de ella.
Probablemente porque el género de los relatos cortos o cuentos nunca me han
llamado la atención. ¿Qué mejor momento para conocerlo? Y aquí estoy con mi
libro, Amistad de juventud, recién
leído y aún dándole vueltas a todas las sensaciones que en mí han generado los
diez relatos que componen este casi tratado sobre las experiencias humanas.
Todos ellos tienen mucho en común
y a la vez tantas diferencias que parece que no hayan salido de la misma pluma.
Algunos relatos me han marcado tanto que no puedo quitármelos de la cabeza (y
del corazón), mientras que otros, reconozco han pasado desapercibidos por mi
retina y mi mente.
Lo que no deja lugar a dudas es
que la forma de escribir de Alice Munro marca una tendencia literaria que hasta
ahora no había descubierto. Te sumerge en una continua y angustiosa melancolía
con sus historias, cargadas de sabiduría y poesía, con una profundidad
emocional tan humana, tan presente en todos y siempre…
Ese halo de tristeza contenida
sobrepasa las páginas y te acerca a tus propios fantasmas, que si los tenías
guardados bajo llave, vuelven a aparecer inundándolo todo.
Los relatos de Alice Munro no se
pueden leer en cualquier momento ni de cualquier manera. Es una lectura
intensa, profunda, donde la concentración en el hilo de la historia no se puede
perder en un solo renglón porque hará que la historia pierda sentido. Así que
queridos lectores, os propongo que elijáis un momento de total calma, con buena
fortaleza emocional, para que dicha melancolía no os atormente más allá del
cierre de la última página.
Todos los relatos que componen
este libro tienen una media de treinta páginas y es difícil de explicar y de
creer (hasta que lo comprobéis) cómo cada uno de ellos encierra historias
complejas, largas, llenas de descripciones exhaustivas y detallistas que
aparentemente no deberían caber en tan poco espacio. ¿Cómo es posible que en
tan pocas páginas sea capaz de introducir tanta información como si de una
novela se tratase y que siempre haya una historia completa en cada uno de sus
relatos? Les aseguro que hay una maestría en estos cuentos que hace que Alice
Munro tenga más que merecido su galardón.
Todos están ambientados en Canadá
en la primera mitad del siglo XX. Nos describe ambientes, cultura y formas de
vida alejados de los nuestros y sin embargo, se repiten decisiones vitales y
lecciones morales que en absoluto se
diferencia de las trabas que encontramos actualmente en nuestro día a día. Sus
finales invitan a la reflexión, como todos los grandes maestros de la literatura,
hace que los lectores pongamos nuestro pequeño granito de arena con la
percepción y decisión final con la que queramos concluir sus historias.
Yo me quedo especialmente con
tres de estos relatos:
“Naranjas y manzanas”
“Oh, de qué sirve”
“El día de la peluca”
Describen vidas, sueños y deseos
de gente normal (casi vulgares) que toman decisiones, a veces incomprensibles,
con las que moldean su propia existencia hasta convertirlas en vidas mediocres
marcadas por el anhelo de lo que ya no es o quizás, nunca fue.
El mundo del relato se abre ante
mis ojos. Mi amor por la literatura acaba de enriquecerse gracias a él y a la
mano maestra de Alice Munro. Os invito a descubrir a la mejor de las “cuentistas”.
Lo primero que te diré es que los premios literarios, con toda su parafernalia, son como las personas: a veces aciertan en sus elecciones.
ResponderEliminarPor lo que cuentas, esa melancolía, ese toque de realidad y sentimiento, intuyo que la Munro acabaría por gustarme. Me pasa un poco como a tí, tengo que redescubrir el relato. Mirando mis últimas lecturas veo que he abandonado el relato, que nunca lo he transitado a fondo más allá del maestro Cortázar, así que me surge de tu reseña una tarea pendiente.
Por lo demás espero que el último relato que dices te gustó en especial, el de las pelucas, no habla de mí y que ante la evidencia de que en Canadá últimamente sucede todo, habrá que pedir la nacionalidad.
Un abrazo y magnífica reseña.
La verdad que desconocía y de hecho desconozco a la escritora Alice Munro.Creo que me pasa un poco como a ti, no suelo ser muy amante de los escritores premiados sean cuales sean. No obstante, en cuento encuentre un momento adecuado, intentare leerla, o mejor dicho descubrirla. Porque conforme nos dices es preferible tener un estado de ánimo a de usado. Te seguiré contando.......
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