Reseña de La carne de
Rosa Montero
Editorial: Alfaguara
Una elegante noche de ópera, una pareja atractiva y muy llamativa:
ella madura y sofisticada, él joven y guapo como Adonis en sus
mejores días. Cariñosos y cómplices. Todo de lo más natural y
fortuito si no fuese porque él es un gigoló contratado para dar
celos al examente de ella, que de manera "casual" se
encuentra en el mismo sitio con su esposa embarazada. Allá donde
podemos leer un acto pueril y desesperado se encierran más emociones
de las aparentes, pero esto se irá descubriendo con el paso de
páginas y acontecimientos. Un suceso violento a la salida de la
ópera será el punto de inflexión para que la relación de negocios
mute hacia otro tipo de entendimiento tan comercial como emocional.
Soledad es ella. Adam, él. Se abren hacia una relación extraña y
dependiente, de empoderamiento invertido al margen de las
apariencias. Soledad es comisaria de exposiciones, está encargada de
una exposición literaria en la Biblioteca Nacional sobre "escritores
malditos" y la vida de éstos se entremezcla con la narración
de la novela y la propia historia de Soledad y el gigoló. Esto es la
guinda de La carne, el punto diferente, descubrir estas
vidas intrigantes y reales y el peso de la literatura en el propio
destino.
Rosa Montero consigue que lea de dos sentadas su última
novela. Creo que el truco está en la sinceridad. Es una narración
libre, una historia íntima y sin miedos al qué dirán. Muy
personal, tanto que parece que estamos invadiendo demasiado el
espacio de alguien, que descubrimos sus fantasmas más escondidos. La
madurez y sus intrígulis, los límites establecidos versus los
reales. Dicotomías vitales llevadas a la reflexión más
introspectiva. La muerte y el concepto de fracaso personal son otros
de los temas transversales que la novela aborda, pero por encima de
todo ello, impregnando cada espacio y cada gesto siempre está La
carne, por fin con la
importancia que le corresponde. No hay que temer a parecer
superficiales, las cosas son como son y lo seguirán siendo, la
carne tiene el poder y lo
utiliza como quiere. En la vida de Soledad y Adam tenemos un buen
ejemplo sin tapujos, no vale la mirada de censura, sólo dejarnos
llevar.
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