Editorial: Libros del Asteroide
Un amor puede destruir
una ciudad para transformarla en su propio asilo. Un amor puede
utilizar las decadentes normas sociales como motivo de mofa. Una
pluma como la de Eileen Chang puede convertir la cultura
milenaria más anquilosada y rígida en una ventana al exterior no
exenta de la propia crítica.
Un amor que
destruye ciudades es una pequeña novela de poco más de cien
páginas con todo un universo dentro. Susceptible de descubrimiento,
interpretación y valoración por parte de un lector que, cuanto
menos, se verá zarandeado por un mundo cargado de egoísmo y
convenciones que sí que destruyen ciudades. La historia de la
familia Bai está ambientada en Shanghai en los años cuarenta. Todo
comienza con la muerte del exmarido de una de las hermanas de la
familia, cuyos miembros la instigan a que aproveche la condición de
“viuda” para que el dinero del difunto amortigüe los gastos
familiares ocasionados por ella cuando fue acogida de nuevo en la
familia tras la separación. Todo con un discurso ruin y calculado,
sin atisbo de escrúpulo ni honradez. A partir de ahí vemos con
claridad la visión de la autora sobre su propia cultura y la
intención de mostrarlo al mundo.
El argumento principal se
basa en la intención de algunos miembros de la familia en convenir
el matrimonio de una de las hijas casaderas con un buen partido
chino. Pero los matrimonios de conveniencia no son invencibles ante
los sentimientos ni siquiera en la hermética tradición que se
relata. Comienza un encuentro en Hong Kong entre el joven y la
hermana divorciada y cuasi viuda que irá marcando el devenir de sus
propios pasos por encima de lo establecido, aunque sin poder ignorar
las consecuencias venideras. En todo ello, y como siempre la vida
regalando oportunidades aunque sean disfrazadas de horror, estalla la
guerra. El instinto de supervivencia hará que sólo se lleven lo
importante y así todo cobrará sentido.
En esta cuidada edición
de Libros del Asteroide también se incluye otro breve relato
dedicado al amor: “Bloqueados”. El encuentro en un tranvía entre
dos personas ajenas y deseosas de lo que el otro podría darle. Todo
pasa en una nebulosa casi onírica por unas determinadas
circunstancias. Como esos sueños que continúan atormentando nuestra
conciencia cuando ya hemos alcanzado precisamente este estado.
Ambos en la misma línea,
los relatos son no sólo recomendables, para mí ha sido un nuevo
acercamiento a la literatura oriental con un estallido abrupto de
señales intencionadas que no pueden pasarse por alto. Adelantada a
su tiempo Eileen Chang, una
valiente sin duda.
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