Editorial SIRUELA
Mientras me seco las lágrimas,
intento descubrir qué las ha ocasionado. La risa irrefrenable de un humor
inteligente, la emoción desbordante ante los mazazos injustos del destino, la
calma por la suerte de encontrarme bajo el refugio que siempre me protege...
Las lágrimas que ruedan por mi cara sin control mientras abrazo a Una madre, son el
resultado de estar viva, protegida ante el miedo que ello provoca y acabar de
darme cuenta. Cierro el libro de Alejandro
Palomas, lo acurruco y me emociono al pensar que esta lectura no termina en
la última página, ahora empieza su efecto. Acabo de tomar conciencia que los
sentimientos son tan comunes, que a veces se nos olvida qué o quiénes los
provocan. Pocos tan reales y olvidados como el de protección. Poco agradecido y
menos valorado, excepto cuando desaparece. Pero esto, una madre, siempre lo
entiende.
Alejandro Palomas con Una madre abre la caja de
Pandora, refleja los mayores vínculos emocionales que existen, con sus pros
y sus contras. Profundiza en ese lazo indiscutible que todo lo sabe, comprende
y acepta, pero que por encima de todo, siempre nos vela.
Amalia,
mujer sexagenaria, divorciada
y liberada, consigue sentar a su mesa a toda la familia en la cena de
Nochevieja después de muchos años. Con un carisma arrollador y
aparentemente
pueril, nos hace reír con sus reflexiones, ocurrencias y nuevo modo de
ver la
vida, ya que la felicidad siempre contagia la risa a quien la ve (o la
lee). A
lo largo de las horas en las que transcurre la cena, iremos conociendo a
Fer, Emma, Silvia, Olga, tío Eduardo y sobre todo, a una gran madre.
Descubriremos
en una profundidad apabullante las huellas que la vida ha ido marcando
en cada
uno de ellos, sus deseos, sus miedos y sus ausencias. Una historia tan
intensa,
tan "a pecho descubierto" que rápidamente la familia de Amalia se
convierte en la nuestra. Porque todas las familias son la de Amalia. La
familia
de una madre.
Con una narrativa cercana y elegante,
Alejandro Palomas reinventa la
manera de contar historias. De una ironía fina y estudiada que arranca mi risa
más estridente cuando menos lo espero, pasamos al sentimiento más profundo y
doloroso que anuda la garganta, donde las lágrimas son la única fuente de aire
posible. Una montaña rusa emocional que convierte a Una madre en uno de los
mejores libros que se puedan leer y sentir, porque cuando empiecen, no podrán
dejar de hacerlo.
Queridos lectores, mi aventura con
este libro no termina en estas letras. Después de escribir se lo llevo a una
madre, esta vez a la mía. Porque las palabras de Alejandro Palomas son las mejores para que sepa lo que para mí
significa su manto protector. Y os adelanto una frase muy suya que dirá en
cuanto lo lea: Hija, es que una madre, es
una madre.
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