Editorial: Navona
Si
las letras pudiesen convertirse en música, en una melodía triste y
afinada que envolviera los sentimientos bajo el manto protector de
una tristeza segura e infinita, si esa melodía existiera, sería El
nadador en el mar secreto.Un
título sonoro y bello que esconde tanto como la propia novela.
William Kotzwinkle,
hace
de noventa páginas la historia más sensible y con mayor belleza sin
faltarle absolutamente nada. Más bien, rebosa emoción porque su
contención se hace insoportable. Aquí tenemos el mejor ejemplo:
menos es más. Cómo la tristeza puede convertirse en la ternura más
apabullante y bonita.
Diane
y Laski esperan la llegada de su primer hijo como lo que es, el
acontecimiento más importante e ilusionante de sus vidas. Fantasías
construidas a lo largo de nueve meses que dan forma a la nueva
recreación de su existencia, el miedo intrínseco a un futuro
desconocido pero rebosante de expectación. Un océano repleto de
emociones desconocidas que, cual olas vacilantes, son atraídas a la
orilla y al mismo tiempo se pierden entre tanta agua. Ha llegado el
momento y todo cambia, se nubla, aparece una tímida chispa sin
fuerza para resplandecer como la luz que debería ser. El
nadador en el mar secreto nos
roba la energía, agotados, sin ánimo más que para rendirle
homenaje a la tristeza.
La historia, contada desde la voz y el alma del padre, está cargada
de ese hiperrealismo mágico que no remueve por dentro y que se cuela
sin permiso en nuestros sentidos, haciéndonos el planteamiento de
cómo es posible que a través del lenguaje escrito, se pueda
transmitir, hacer llegar de esta manera avasalladora la aceptación
de un acontecimiento donde sólo se siente ese halo de irrealidad
ante lo inesperado y doloroso. Dar pasos resignados cuando la
conciencia está obligada a cambiar el concepto de la vida, y como
símbolo de todo ello, una caja.
El nadador en el
mar secreto
sólo puedo leerlo de una vez y una sola vez. Su lenguaje poético,
de los más bellos que jamás haya leído, alargarán el efecto de su
lectura en mí durante mucho tiempo y desde luego, un placer
comprobar que hay libros y autores que consiguen cambiarme la vida.
Una lectura que te deja sin aire... Sin palabras. Estremecedora y bella.
ResponderEliminarBesos
Levitando sin aliento... sin posiblidad de acción. Qué joya!
EliminarGracias por tu comentario, Cristina.
Un beso.
Preciosa reseña tal y como yo también la he sentido.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Maite. Sentir y seguir sintiendo...
EliminarMe gusta mucho lo que cuentas del libro. No lo descarto en absoluto. Besos, me quedo por aquí.
ResponderEliminarHola, kabu. Gracias por tu comentario y perdona el retraso. Desgraciadamente no me queda tiempo para publicar en mi propio blog. Una pena, pero reseñar para La cueva del erizo y A golpe de letra me tiene así. Te invito a que me leas por allí. Respecto a El nadador, y al resto de ineludibles de Navona, imprescindibles e inolvidables. Un besazo. Hasta pronto!
EliminarOcurre a veces. Alguien cuya dulzura se convierte en un mazo demoledor... cuando nos deja.
ResponderEliminarUn saludo
Totalmente de acuerdo. Un libro imprescindible, de los que cambian la vida. Muchas gracias por leer mi reseña. Un abrazo.
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