LEGADO EN LOS HUESOS. Dolores Redondo
Estaba deseosa de que se
publicase la segunda entrega de la trilogía del Baztán. Contaba los días para
que llegase al 19 de noviembre e ir a por Legado
en los huesos, después de que Dolores Redondo me cautivara con El guardián invisible hace unos seis
meses. Fue de esos descubrimientos fortuitos con los que a veces nos topamos en
literatura y que con el tiempo, lo fue para muchos más lectores. Pocas veces me
pasa que durante meses esté pensando en unos personajes, una historia y como
no, en un entorno. Pensamiento convertido en expectación y ansiedad por volver
a leer sobre ello.
Al mismo tiempo que la emoción me
embargaba por tener por fin Legado en los
huesos en mis manos, también me invadió una sensación de inseguridad y
temor ya que cabía la posibilidad que mis expectativas no fuesen cubiertas. Eso
de que Dolores Redondo con su primera obra se hubiese convertido en escritora
revelación, un primer libro con tantas ediciones en poco tiempo… ¿Habría
perdido la magia que El guardián
invisible generaba? Pues me alegra poder afirmar que no sólo no ha perdido
esa magia que cautiva al lector, sino que además, me parece que Legado en los huesos supera tanto en la
trama como en narración a El guardián
Invisible. Literatura elaborada, fina, sin improvisación. Buena literatura.
Pero no se dejen engañar, es imprescindible leer el primero para poder
adentrarnos en los recovecos psicológicos y emocionales que nos esperan en Legado en los huesos.
La inspectora Amaia Salazar
vuelve a encontrarse casi un año después ante nuevos casos de mujeres
asesinadas en el valle del Baztán. Todas la víctimas son encontradas con un
firme sello de identidad: los cadáveres aparecen con un brazo amputado post
mortem. Los culpables se suicidan después de cometer los asesinatos dejando en
dicho escenario una palabra difícil de asociar con los crímenes: “Tarttalo”.
Todo ello junto con profanaciones de iglesias y tumbas hace que la inspectora
Salazar vaya descubriendo nuevos datos sobre los casos, donde se verá envuelta
en primera persona. La trama nos irá contagiando de misterio, curiosidad y
muchas veces, también miedo.
Legado en los huesos no es una
novela policíaca ni un Thriller psicológico. Es mucho más que las dos cosas
juntas. Dolores Redondo es capaz de conjugar las descripciones exhaustivas y
científicas de una investigación policial de un asesinato, con la mitología
propia que se cierne sobre Elizondo y su entorno. Basada en leyendas, cultura y
vivencias ancestrales nada explicables desde un punto de vista objetivo. Pues
bien, consigue que ambas nos las creamos. Unir dos puntos tan distantes en una
misma historia es complicado y sin embargo lo consigue con creces.
El primer protagonista de la
novela es el MIEDO. He sentido esa sensación que tan bien resalta la historia:
el escalofrío que recorre la espalda y que acaba erizando la piel. Ese miedo
viejo, anclado en lo más profundo de nuestros temores, que nos transporta a
emociones olvidadas, o quizás, muy bien guardadas y que no nos atrevemos a destapar.
Este tipo de miedos no lo causan seres mitológicos inexplicables a la razón. Es
un miedo cercano y cotidiano envuelto en redes de lazos afectivos que nos
perturba y nos nubla. Qué bien nos lo muestra la autora…Os aseguro que yo he
sentido como Amaia Salazar.
Trata con maestría todo lo que
engloba una palabra que a los psicólogos nos encanta utilizar: el “Vínculo”.
Esa palabra que sólo hace un vago intento de poner nombre a un sentimiento, una
emoción, un hilo invisible que nos une a otras personas a lo largo de nuestra
vida. Es complicado transmitir todo lo que puede marcar en la vida de alguien
sus vínculos. Cuando hablamos de ello lo asociamos con sentimientos sanos,
positivos, de amor… Pero hablamos poco de los Vínculos negativos. Esos desajustes afectivos con una carga de
sentimientos de culpa, de miedo o de vacío emocional. Como la vida misma, la
historia hace un retrato fiel de la crueldad emocional y vital que genera
sentirlo. Me deja sorprendida la seguridad y la firmeza con la que la autora es
capaz de recrear en la trama estas emociones: descripciones claras, concisas y
sin preámbulos, pero dejando parte a nuestra imaginación y a nuestros propios
fantasmas. Si aportamos un poco de nosotros mismos a la lectura, les aseguro
que Amaia Salazar formará parte de sus propias vidas.
Si el primer protagonista era el
Miedo, el segundo no puede ser otro que el ENTORNO. Da igual que leamos Legado en los huesos en agosto, sentirán
la humedad, el frío y la sensación de lúgubre invierno en cuanto abran la primera
página. Y sobre todo ¿quién no quiere conocer Elizondo después de leer ambas
novelas?
Con todo ello, creo que queda
clara mi más eufórica recomendación de Legado
en los huesos. Esperemos que Dolores Redondo siga escribiendo durante mucho
tiempo por el bien de nuestra literatura, pero antes de nada, que publique
pronto la tercera entrega: Ofrenda a la
tormenta. Algunas nos quedaremos sin uñas mientras tanto.
Mercedes Suero Fernández
5 de Diciembre de 2013
De todo lo que has descrito me ha despertado la curiosidad lo que comentas sobre cómo la autora es capaz de meter dentro de la red de su historia esas leyendas locales, darles entidad y que no queden como mero decorado.
ResponderEliminarSiempre me han gustado los cuentos, soy un gran cuentista.
Hola Mercedes¡¡¡¡ No podría estar más de acuerdo con todo lo que nos cuentas sobre el "legado en los huesos" Yo también, como te dije acabo de leerlo, y me he quedado gratamente sorprendida con la continuación de la vidad de Amaya y sus investigaciones. De hecho, ya espero con ansiedad que Dolores Redondo publique el desenlace de la trilogía del Batzan, lugares que sin duda alguna, visitaré en un futuro no muy lejano. Poco más puedo añadir a tu reseña. Has concretado todo lo que este libro nos provoca como lectores, y quizás, sea la clave de que sea una escritora tan seguida.
ResponderEliminarComo siempre, seguimos en contacto.
Saluditos
Mónica